Si hablamos del mito, de la leyenda del surgimiento del Tarot, se dice que este sería el libro egipcio del dios Thoth transcrito en imágenes. Dicen que los sabios egipcios de la antigüedad, tras muchas reuniones, ya anticipando las señales de que su sociedad y cultura estaban hundiendo y que probablemente dentro de unas décadas todo el conocimiento oculto de los templos egipcios se perdería, decidieron por la creación de un juego con todo el conocimiento sagrado sintetizado y disfrazado. Basados en la máxima de que “en tiempos oscuros, el vicio prevalece sobre la virtud”, entendieron que este juego inofensivo pasaría desapercibido de las autoridades y del pueblo a través de los siglos. Todos ignorarían su profundo significado y lo utilizarían para diversiones banales. Desde esta perspectiva mitológica, el Tarot sería un libro sagrado más, pero de tradición egipcia y, en vez de palabras, sería un libro de imágenes.

Históricamente, se sabe que las primeras barajas de cartas empiezan a ser encontrados en ciudades portuarias de Italia y Francia por lo menos desde comienzos del siglo XIV. Había diferentes Tarots y parece ser que servían a diferentes propósitos. Se utilizaban para juegos de mesa, como la baraja española o francesa de hoy en día y otros eran utilizados como que para contar una historia o como una especie de explicación pictórica-filosófica de conceptos abstractos. Muchos de los Tarots de la edad moderna eran hechos a medida para un noble en particular que pagaba a un artista para que los hiciera. Este es el caso del Tarot quizás más antiguo conocido, el Tarot Visconti-Sforza, hecho a mando del duque de Milán, Filippo Visconti, en el siglo XV. Parece ser que los primeros Tarots salen de las cortes europeas y nuevas versiones van difundiéndose por el pueblo común. El Tarot más “clásico” y difundido de esta época es el Tarot de Marsella.


  Hay quienes sostienen que la baraja francesa de hoy en día (y la española, por cierto), con 52 + 2 cartas y sus 4 palos de corazones, diamantes, tréboles y picas es una adaptación del Tarot, probablemente del Tarot de Marsella. Serían solamente los 56 Arcanos menores menos el Caballero de cada palo, totalizando 52 cartas. En vez de 14 cartas por 4 palos, serían 13 cartas por 4 palos, más dos “comodines” o “jokers”, que serían El Loco de los Arcanos Mayores. (Los sabios egipcios deben estar contentos con el perfecto desarrollo de su plan original).

  

El Tarot consiste en 78 cartas o láminas, siendo 22 arcanos mayores y 56 arcanos menores. La palabra “arcano” viene del latim “arcanum” y significa “misterio” o “secreto”. En cartomancia, que es el arte de leer las cartas o adivinar, se atribuye más importancia a los arcanos mayores, y los asuntos más cotidianos a los arcanos menores. Nadie sabe al cierto de donde viene la palabra “Tarot”. Yo personalmente entiendo el Tarot como una ruta o camino, la rueda de la vida, las etapas del proceso de individuación que cada ser humano necesariamente pasa para tornarse uno mismo. Sus cartas con sus combinaciones representan absolutamente toda la información acerca de una vida humana en este plano y más. Hay quienes digan que el Tarot contiene toda la información de este Sistema Solar sintetizada.

  ¿Pero, como logra el Tarot contener tanta información en tan solamente 22 + 56 imágenes?

  A través del uso de arquetipos. El concepto de arquetipo fue bien explicado por C. Jung y básicamente se refiere a un concepto abstracto que da origen a muchas formas materiales que tienen una misma fuente inmaterial. Es decir, sabemos que es un “árbol” pero el concepto de árbol que engloba todos los árboles que podemos conocer en este mundo es completamente abstracto. Si pensamos que todos los árboles del mundo tienen el arquetipo “árbol” por detrás y que este da origen a los árboles reales, y si comparamos a todos los árboles del mundo no encontraremos características comunes para darle al arquetipo. Hay árboles de distintos formatos, colores, tamaños, composiciones químicas, edades, sitios geográficos, etc. El arquetipo, por lo tanto, es un concepto abstracto que no tiene exactamente una forma definida, pero que es el origen de determinada forma.